El Cuartel de Monteleón y la Plaza del Dos de mayo

Punto de referencia en el levantamiento de Madrid contra las tropas francesas, fue el famoso Cuartel de Monteleón el 2 de mayo de 1808.

Y es que, estimados lectores, ese lunes primaveral el pueblo de Madrid acudió en masa al cuartel a incautarse de armas para luchar contra el invasor francés. Las huestes del general Lagrange masacraron a los insurgentes e incrementaron la nómina de héroes de la patria: el capitán de artillería Luis Daoíz, el teniente Jacinto Ruiz y el oficial subalterno Pedro Velarde. Daoíz murió recostado en el cañón del arco de entrada al cuartel, el mismo que hoy se conserva en la plaza.

Nicolás María Rivero

Pues bien, nos adelantamos en el tiempo unas décadas y llegamos al 9 de noviembre de 1868, día en el que, tras la revolución llamada “la Gloriosa” de septiembre del mismo año, el nuevo Gobierno Provisional decretó el sufragio universal y se convocaron elecciones municipales en diciembre, otorgando el puesto principal del consistorio a Nicolás María Rivero.

El bueno de Nicolás María tenía una idea en la cabeza que siempre quiso llevar a cabo, y con el fin de transformar Madrid en una “capital digna de España”, el nuevo Ayuntamiento de la ciudad bajo su mando creó los llamados Batallones de Trabajo conformados por un total de 13.000 hombres, en su mayoría trabajadores del entorno urbano.

Cambio en el concepto

Una vez convertidos estos señores en peones y oficiales municipales, se nombró Concejal de Obras a Ángel Fernández de los Ríos que publicó a través de la prensa una serie de artículos, posteriormente editados por el Ayuntamiento con el título  “Estudios en la Emigración. El Futuro Madrid. Paseos mentales por la capital de España tal cual es y tal cual debe dejarla transformada la revolución”. En ellos, Ángel Fernández, expresa de modo tácito sus ideas sobre cómo y de qué modo se habrían de llevar a cabo esas reformas.

En concreto sobre el cuartel de artillería de Monteleón escribió lo siguiente en uno de sus artículos:  

«El teatro de las más gloriosas escenas del Dos de Mayo fue el parque viejo de artillería (palacio de Monteleón), el arco de entrada y la calle de Daoiz y Velarde; pues bien, el palacio es un montón de ruinas, el arco está profanado por una pintura bárbara y con riesgo de desaparición, y el sitio de la calle donde ocurrió la escena capital ahogado por la re-edificación del convento de Maravillas que es la única obra que a Fernando VII se le ocurrió hacer en aquel paraje. Pedimos, pues, el derribo del convento, la restauración del arco, tal como estaba el Dos de Mayo, la construcción de una armadura ligera y elegante de hierro, que le ponga a cubierto de la intemperie, el derribo de las Salesas Nuevas, la prolongación de la calle del Divino Pastor por ese solar y por la rinconada del Ministerio de la Guerra (Comendadoras de Santiago) hasta la puerta del cuartel de Guardias; pedimos, en fin, un jardín en la plaza que resultará alrededor del arco del Dos de Mayo, y que la calle del Divino Pastor tome el nombre de Ruiz, uno de los héroes de aquella jornada, cuya gloria rivaliza con la de Daoiz y Velarde».

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Dicho y hecho…

Y tan solo dos meses después, febrero de 1869, y en catorce días, se completaron las obras de derribo de los restos del antiguo cuartel de artillería de Monteleón, entrando en el mismo plan el convento de las Maravillas (hoy parroquia de los Santos Justo y Pastor) además del desmonte de toda la zona con el fin de la futura urbanización que daría lugar a las nuevas calles de Monteleón, Ruiz, Manuela Malasaña, Galería de Robles y la prolongación de Divino Pastor hasta San Bernardo.

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1869. El cuartel de artillería de Monteleón en período de derribo. A la izquierda, el arco de entrada al Parque, mismo punto donde lo podemos contemplar en la actualidad, y la iglesia y convento de las Maravillas. Este último edificio también fue demolido para abrir la plaza del Dos de Mayo. A la derecha, por encima del cuartel, la torre de la iglesia de Montserrat y la cúpula de las Comendadoras.

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El pueblo de Madrid a sus héroes

Y llegamos a las tres de la tarde del 1 de mayo de 1869, fecha y hora elegidas para que los responsables del Ayuntamiento de Madrid en pleno, dieran por inaugurada la actual plaza del Dos de Mayo, por todos conocida y noble homenaje a aquellos que dieron su vida por la independencia de Madrid y de España frente al invasor del otro lado de los Pirineos.

Dos años más tarde se abría la famosa taberna El Maragato, testigo de época y que todavía se conserva tal cual. En 1885 se erigió la Escuela Modelo (hoy colegio público Pi y Margall), donde estuvo instalada la Biblioteca Municipal, fundada por Mesonero Romanos.

Así es Madrid, amigos de MAD Experiencias, sus calles nos hablan; solo tenemos que interpretar sus palabras para conocer su increíble historia.

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