Curiosidades de Madrid

Calle de Rompelanzas

Comenzamos nuestra entrada de hoy de curiosidades de Madrid con esta castiza e histórica calle. Porque no es casualidad -y sí causalidad- que tenga este nombre tan curioso, además de tener una particularidad más a parte de su propio nombre. El porqué de que esta vía de Madrid se llame así, alude a un problema que provocaba en el siglo XVI, cuando, el paso de los carruajes de la época por allí, provocaba que se rompieran las lanzas de madera de las ruedas.  El otro detalle que recoge esta calle que se encuentra entre la de Preciados y la del Carmen, es su escasa longitud, apenas 20 metros, siendo la más corta de Madrid. Destaca con la más larga de la ciudad, la calle de Alcalá, que se extiende unos 10 kilómetros a lo largo de la capital.

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La Puerta del Sol

El nombre de la Posiblemente plaza más famosa de Madrid para todos los españoles, continúa siendo una incógnita en pleno siglo XXI. Lo único de lo que tenemos certeza es que su origen se remonta a 1520,  cuando las autoridades de la Villa construyeron un fuerte para protegerse de la rebelión de los comuneros -hastiados por la hambruna y el descontento con Carlos I-, y en cuya puerta exterior se pintó un sol. El motivo de por qué se decoró con esa figura aún no ha sido descubierto a pesar de las múltiples investigaciones que se han realizado. Ante la falta de razones lógicas o que concuerden con otras razones históricas, Se especula con que fue un mero capricho del anónimo autor; porque la luz solar penetraba por uno de los postigos de la muralla; o porque su orientación miraba a oriente, punto de salida del Sol, siendo esta última versión la más extendida y aceptada.

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Madrid sin castañeras

Quizá una de las figuras más emblemáticas y típicas de los inviernos madrileños, es la castañera. Los puestos de castañas asadas estuvieron a punto de desaparecer en un diciembre de hace cuatro siglos. El Ayuntamiento de la época «advirtió» a todos los madrileños de que las castañas asadas solo podían venderse en los puestos de fruta de los mercados, del mismo modo que las crudas. Y para que así se cumpliera la advertencia, se dictó una sentencia que decretaba que aquel que montara su puesto ambulante recibiría una sanción de mil maravedíes y un año de destierro de la Villa. Afortunadamente, esta persecución no tuvo mucho recorrido gracias al tesón de las propias castañeras y el oficio se ha convertido con el paso de los años en un elemento característico de nuestra ciudad.

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Los puestos de castañas asadas estuvieron a punto de desaparecer en un diciembre de hace cuatro siglos.

Madrid sin piropos

Y ya que hemos comentado una prohibición, vamos a por otra un poco más reciente, del siglo XX: la prohibición de los piropos. Nos trasladamos al período de la dictadura de Primo de Rivera, entre 1923 y 1930. La reforma del código Penal de 1928 trajo el propósito de corregir «el desarraigo de costumbres viciosas» que se producían por «gestos, ademanes, frases groseras o chabacanas». El piropo, «aún con propósito de galantería», quedó incorporado, siendo penado con arresto de 5 a 20 días y multas de 40 a 500 pesetas. Esta norma tan polémica entre los madrileños, agudizó su ingenio y que comenzaron a piropear con carteles escritos -la restricción no decía nada en este sentido- y con mensajes irónicos tales como el siguiente: «Adiós Vicenta, no te digo nada por temor a las cuarenta». La medida se anuló con la llegada de la República.

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El rey Alfonso XIII con el general Miguel Primo de Rivera

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El reloj más grande

Quizá muchos puedan pensar que estemos hablando del reloj de la Puerta del Sol, sin embargo, amigos de MAD Experiencias, no es así. El reloj más grande de todo Madrid está en Atocha. Situado en lo alto de una torre de ladrillo, este reloj con fondo blanco tiene unas manecillas que miden 5 y 7 metros respectivamente. De fabricación más moderna que otros relojes que guardan historia,  fue construido en la remodelación de la estación de Atocha, entre 1985 y 1992, a cargo de Rafael Moneo.

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Este reloj con fondo blanco tiene unas manecillas que miden 5 y 7 metros respectivamente.

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Madrid y el tiovivo

El origen de esta palabra está en Madrid, en una curiosa relación entre los carruseles de caballitos para niños y el propietario de un negocio de carruseles del actual Paseo de Delicias, apodado como el «Tío Esteban». A Esteban Fernández, como se llamaba, se le creyó muerto por una epidemia de cólera que arrasó Madrid en 1834. Cuando era transportado para ser enterrado, Esteban «resucitó» y salió del ataúd exclamando: «¡Estoy vivo, estoy vivo!». Evidentemente, el «Tío Esteban» no estaba muerto, y desde entonces, a su carrusel se le empezó a llamar en todo Madrid como el del «Tío vivo», lo que mutó en el actual nombre que recibe esta popular atracción de feria.

Tiovivo frente la Palacio Real

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Y es que, amigos de MAD Experiencias, toda ciudad tiene multitud de curiosidades y Madrid y su historia, nos regala con cientos de ellas.

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