La Torre de los Huesos: El secreto medieval enterrado bajo Madrid

Madrid es una ciudad llena de historia, pero muchas veces, esa historia no está a simple vista. Hay rincones donde el pasado se esconde bajo capas de asfalto, entre calles transitadas o incluso dentro de un aparcamiento. Uno de los ejemplos más curiosos es la Torre de los Huesos, un vestigio islámico medieval que, aunque pasa desapercibido para la mayoría de los madrileños, es una de las huellas más antiguas del pasado árabe de la ciudad.

Hoy, caminamos por la Plaza de Oriente rodeados de edificios majestuosos, admirando la elegancia del Palacio Real o el imponente Teatro Real. Sin embargo, pocos saben que, bajo este emblemático espacio, se oculta una de las últimas torres defensivas de la muralla musulmana de Madrid.

Madrid islámico: un origen de fortaleza y murallas

Madrid no siempre fue la gran metrópoli que conocemos hoy. Antes de ser la capital de España, en el siglo IX, era un pequeño asentamiento musulmán conocido como Mayrit, que surgió como un puesto militar estratégico.

La historia se remonta a los tiempos del Emirato de Córdoba, cuando los musulmanes construyeron una fortificación para vigilar la Marca Media, la frontera que separaba los territorios cristianos y musulmanes. En esta época, el reino cristiano de León y Castilla estaba expandiéndose hacia el sur, y Toledo, una ciudad clave para los musulmanes, necesitaba una barrera defensiva. Así nació Madrid, con su primera muralla construida con pedernal y caliza, siguiendo el modelo de otras fortalezas islámicas de la península.

«La historia se remonta a los tiempos del Emirato de Córdoba, cuando los musulmanes construyeron una fortificación para vigilar la Marca Media, la frontera que separaba los territorios cristianos y musulmanes. En esta época, el reino cristiano de León y Castilla estaba expandiéndose hacia el sur, y Toledo, una ciudad clave para los musulmanes, necesitaba una barrera defensiva.«

En el interior de esta muralla se encontraban el alcázar (que con el tiempo se transformó en el Palacio Real), una mezquita, una alhóndiga para almacenar cereales y el entramado urbano de calles estrechas típico de la época.

Pero no bastaba con una sola muralla para proteger la ciudad. Para reforzar su defensa, se construyeron torres de vigilancia en puntos estratégicos. Algunas de ellas desaparecieron con el paso del tiempo, pero una logró sobrevivir, aunque enterrada y olvidada: la Torre de los Huesos.

Un hallazgo arqueológico en pleno siglo XX

Pocas veces la arqueología se topa con tesoros históricos en lugares tan inesperados. En 1996, durante las obras para construir el aparcamiento subterráneo de la Plaza de Oriente, los arqueólogos hicieron un descubrimiento sorprendente: los restos de una atalaya islámica del siglo XI.

El hallazgo fue recibido con entusiasmo por los historiadores, ya que aportaba pruebas adicionales sobre la muralla medieval de Madrid. Sin embargo, no todo fue positivo: la mayor parte de los restos arqueológicos encontrados fueron destruidos para continuar con la construcción del aparcamiento.

Este no es un caso aislado. Madrid ha perdido a lo largo de los siglos numerosos vestigios de su pasado debido a la urbanización acelerada. Lugares como los Caños del Peral (cuyos restos hoy se pueden ver en la estación de Ópera) o la Iglesia del Buen Suceso (cuyos vestigios se encuentran en la estación de Cercanías de Sol) son ejemplos de cómo la ciudad ha crecido sobre su propio pasado, enterrándolo pero sin borrarlo del todo.

En el caso de la Torre de los Huesos, se logró salvar una parte significativa del vestigio, que hoy en día se puede visitar en el interior del aparcamiento.

¿Por qué se llama Torre de los Huesos?

El nombre de esta torre podría parecer sacado de una historia de terror, pero tiene una explicación lógica. Se cree que su nombre proviene de su cercanía a un antiguo cementerio islámico, conocido como la Huesa del Raf, un lugar donde se enterraban los fallecidos de la comunidad musulmana de Mayrit.

Aunque su función principal era la vigilancia, con el tiempo surgieron dudas sobre su verdadero propósito. Algunos historiadores creen que podría haber sido un pequeño bastión de la muralla y no una simple torre aislada.

La gran incógnita de la muralla medieval de Madrid

Gracias a las investigaciones arqueológicas y documentales, se ha logrado reconstruir casi por completo el trazado de la muralla medieval de Madrid. Se sabe que la muralla islámica delimitaba el núcleo original de la ciudad y que, con la llegada de los cristianos en el siglo XI, se amplió con nuevas fortificaciones.

La muralla cristiana llegaba hasta la Puerta de Valnadú, situada cerca de la actual Plaza de Isabel II. Desde allí, debía continuar hasta el Alcázar (donde hoy se alza el Palacio Real).

Sin embargo, este tramo en concreto sigue siendo un misterio. La Torre de los Huesos podría haber sido parte de esta conexión entre la Puerta de Valnadú y el Alcázar, pero la falta de excavaciones adicionales y la destrucción de muchos restos impiden confirmarlo con certeza.

Lo que sí se sabe es que esta torre tenía una planta cuadrangular de 3,65 x 3,40 metros y estaba construida con sílex y piedra caliza con sillares, un estilo típico de las fortificaciones islámicas de la época.

«La muralla cristiana llegaba hasta la Puerta de Valnadú, situada cerca de la actual Plaza de Isabel II. Desde allí, debía continuar hasta el Alcázar (donde hoy se alza el Palacio Real).

Sin embargo, este tramo en concreto sigue siendo un misterio. La Torre de los Huesos podría haber sido parte de esta conexión entre la Puerta de Valnadú y el Alcázar, pero la falta de excavaciones adicionales y la destrucción de muchos restos impiden confirmarlo con certeza.«

Un vestigio medieval en un aparcamiento: contraste de épocas

Resulta curioso pensar que una estructura con casi mil años de antigüedad esté hoy en día dentro de un aparcamiento. Es un contraste llamativo, similar al que ocurre en la estación de Cercanías de Sol, donde los restos de la Iglesia del Buen Suceso comparten espacio con las prisas de los viajeros que van al trabajo.

Madrid es una ciudad de capas. Su historia no siempre es visible, pero sigue ahí, esperando a ser redescubierta. La Torre de los Huesos es uno de esos pequeños fragmentos del pasado que nos recuerdan que la ciudad no empezó con los Austrias ni con los Borbones, sino mucho antes, en una época en la que los musulmanes dominaban la Península y Madrid no era más que un puesto de vigilancia en una frontera en constante disputa.

Una visita obligada para los amantes de la historia

Aunque la Torre de los Huesos no es un monumento tan conocido como el Palacio Real o la Plaza Mayor, su historia es igual de fascinante. Cualquier amante de la arqueología y la historia de Madrid debería visitarla, aunque sea para apreciar cómo el pasado y el presente conviven en un mismo espacio.

Si alguna vez pasas por la Plaza de Oriente, tómate un momento para reflexionar sobre todo lo que ese suelo esconde. Bajo tus pies, entre coches y cemento, sigue latiendo la memoria de un Madrid que fue, de un Mayrit medieval que aún susurra su historia a quien quiera escucharla.

Madrid está llena de sorpresas. Caminas por sus calles, rodeado de edificios majestuosos, plazas icónicas y un sinfín de bares con terraza, y de repente te encuentras con un pedazo de historia milenaria en el lugar más insospechado. Hoy vamos a hablar de uno de esos rincones ocultos que guardan los secretos del pasado: la Torre de los Huesos. Una estructura árabe del siglo XI que, contra todo pronóstico, sobrevive en pleno centro de la ciudad, aunque escondida bajo un aparcamiento. Sí, has leído bien. Un aparcamiento.

Historia en cada esquina

Para entender bien la importancia de esta torre, hay que remontarse a los orígenes de Madrid. Como hemos comentado en otros artículos, la ciudad nació en la segunda mitad del siglo IX, cuando los árabes construyeron un alcázar de carácter militar para protegerse de los ataques cristianos. Este fortín estaba reforzado por una muralla de pedernal que rodeaba el asentamiento y que tenía como objetivo mantener a raya las incursiones enemigas.

Pero había un problema. La actual Plaza de Oriente, que en aquella época era un terreno irregular lleno de cultivos, quedaba expuesta y vulnerable. Para reforzar la defensa, los musulmanes construyeron una atalaya, una torre de vigilancia que permitía controlar la zona y detectar cualquier movimiento sospechoso. Esta estructura es la que hoy conocemos como la Torre de los Huesos.

Un descubrimiento fortuito (y una gran pérdida)

La historia de cómo se redescubrió esta torre no es menos interesante. En 1996, antes de las reformas y la construcción del aparcamiento subterráneo de la Plaza de Oriente, se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en la zona. Lo que encontraron fue una auténtica mina de restos históricos: cimientos, muros, elementos de la antigua muralla… pero en lugar de conservarlos, la mayoría fueron destruidos o sepultados.

Madrid ha perdido así muchas piezas de su historia a lo largo de los años. Sin embargo, en este caso hubo un hallazgo que no pudieron ignorar: una torre islámica del siglo XI, que por su importancia fue preservada. Hoy en día, aunque escondida, la Torre de los Huesos sigue en pie y se puede visitar en el aparcamiento.

Un rompecabezas arqueológico

Si analizamos el recorrido de las murallas de Madrid, tanto la árabe como la cristiana, podemos ver que prácticamente todo su trayecto está documentado. Sin embargo, hay una zona que todavía genera dudas, y es justo la que nos ocupa hoy.

La muralla cristiana, que se construyó tras la conquista de Madrid por parte de Alfonso VI en el siglo XI, terminaba en la Puerta de Valnadú, situada cerca de la actual Plaza de Isabel II. Desde allí, debía continuar hasta el alcázar (ubicado donde hoy se encuentra el Palacio Real), pero el trazado exacto sigue siendo un misterio. Lo que sí sabemos es que la Torre de los Huesos es el único resto que se conserva de ese tramo, lo que la convierte en una pieza clave del puzle.

Por desgracia, las obras del aparcamiento destruyeron cualquier posibilidad de recuperar más pruebas arqueológicas que nos ayudaran a reconstruir con precisión el recorrido de la muralla. Otra oportunidad perdida para Madrid.

Un pedazo de historia bajo tierra

Lo que hace especial a la Torre de los Huesos no es solo su antigüedad, sino su ubicación y su construcción. La torre tiene una planta cuadrangular de aproximadamente 3,65 x 3,40 metros y está hecha con sílex y piedra caliza con sillares, materiales resistentes que han permitido que llegue hasta nuestros días. Su función era clara: vigilar el arroyo del Arenal, un antiguo cauce de agua que pasaba por la zona y que suponía un punto estratégico para la defensa de la ciudad.

Si has pasado por la Plaza de Oriente, seguro que has admirado sus elegantes edificios de estilo neoclásico y su ambiente señorial. Lo que quizá no sabías es que, justo debajo de tus pies, hay un vestigio de la Madrid islámica que ha resistido el paso del tiempo y las obras urbanísticas.

Una visita curiosa e inesperada

Si te interesa la historia de Madrid y te gustan las sorpresas, visitar la Torre de los Huesos es un plan perfecto. Es una de esas joyas ocultas que pocos madrileños conocen, un recordatorio de que nuestra ciudad es mucho más antigua y fascinante de lo que parece.

Al igual que los restos de la Iglesia del Buen Suceso en la estación de Cercanías de Sol, o los vestigios de los Caños del Peral en la estación de Ópera, la Torre de los Huesos es un testimonio del pasado que convive con la modernidad de la ciudad. Puede que no sea el lugar más espectacular a simple vista, pero su historia la convierte en una parada obligada para cualquier amante de Madrid y su legado.

Así que la próxima vez que pasees por la Plaza de Oriente, recuerda que, bajo el suelo que pisas, hay una torre con casi mil años de historia esperando a ser descubierta. ¿Te animas a buscarla?

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