Como historiadores que somos, tanto de Arte como de la propia Historia General, bebemos de las fuentes de las crónicas y del legado de personas dedicadas al estudio del pasado a lo largo de los siglos. Desde los más pretéritos, como Catón el Viejo, hasta los más actuales, como Juan Pablo Fusi, sus escritos y estudios suponen un halo de luz para todos nosotros. Por ello, hoy queremos dedicar esta entrada a Agustín Ceán Bermúdez: el primer historiador del arte español.
Si te pidiera que definieras qué es el arte y cuánta importancia tiene en tu vida, ¿qué dirías? Para mí, el arte es esa expresión sensible y creativa que nos conecta con el mundo, que nos hace reflexionar sobre quiénes somos y dónde estamos. Y gracias a la Historia del Arte, podemos conservar, comprender y transmitir ese legado.
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El contexto de un siglo brillante
Ceán Bermúdez nació en el Gijón de 1749, en un siglo XVIII conocido como el Siglo de las Luces. Fue una época de grandes cambios: la educación, la ciencia y el arte se convirtieron en pilares fundamentales para el progreso. Fue también el siglo de los museos y de la democratización del arte, cuando la Enciclopedia marcó un antes y un después al incluir el arte como una disciplina del conocimiento. En este contexto surgieron también las primeras críticas de arte, los mercados de coleccionismo y las tertulias, espacios de debate donde se discutía de todo: desde estética hasta arqueología.
La inspiración de los ilustrados
Ceán fue amigo cercano de otro gran ilustrado, Gaspar Melchor de Jovellanos. Juntos compartieron la visión de que el arte y los artistas son fundamentales para la identidad de un país. Creían que los españoles debían sentirse orgullosos de su patrimonio, y esa idea impulsó gran parte de su trabajo.
En la introducción, Ceán realizó un repaso detallado de la historia de la pintura española, destacando la importancia de figuras como Velázquez, Alonso Cano y Ribera, entre otros. Su enfoque se basó en datos contrastados y observaciones directas, dejando atrás las descripciones literarias que habían predominado hasta entonces.
La amistad con Goya
El gran genio Francisco de Goya encontró en Ceán a un aliado clave. Ceán asesoró a Goya en la organización de los grabados de su Tauromaquia y en la elección de los títulos de sus Caprichos. Esta colaboración entre historiador y artista refleja cómo Ceán no solo estudiaba el arte, sino que también participaba activamente en su desarrollo.
«El gran genio Francisco de Goya encontró en Ceán a un aliado clave. Ceán asesoró a Goya en la organización de los grabados de su Tauromaquia y en la elección de los títulos de sus Caprichos. Esta colaboración entre historiador y artista refleja cómo Ceán no solo estudiaba el arte, sino que también participaba activamente en su desarrollo.»
Un coleccionista apasionado
Ceán también destacó como coleccionista. Su pasión por el grabado lo llevó a reunir una de las colecciones más impresionantes de su época, con más de 13.000 piezas que incluían obras de Durero, Rembrandt, Murillo y, por supuesto, Goya.
Su legado
Agustín Ceán Bermúdez falleció el 3 de diciembre de 1829 en Madrid. Su trabajo marcó un antes y un después en el estudio de las Bellas Artes en España. Fue un pionero que nos enseñó a mirar, estudiar y valorar el arte con una mirada crítica. Aunque su nombre no es tan conocido como debería, su impacto es incuestionable.
Recordar a Ceán Bermúdez es también reivindicar la importancia de los historiadores del arte, esos mediadores que nos conectan con el pasado a través de la belleza y la creatividad humana. Así que la próxima vez que visites un museo o contemples una obra de arte, piensa en las figuras que, como Ceán, nos han permitido disfrutar y comprender estos tesoros. Ellos también son arte.