Antoine de Saint-Exupéry en Madrid: Un viaje a través de la Guerra Civil Española

Antoine de Saint-Exupéry, conocido mundialmente por El Principito, encontró en España un escenario donde las tensiones humanas y sociales le inspiraron profundamente. Su experiencia durante la Guerra Civil Española marcó un antes y un después en su visión del mundo, permitiéndole reflexionar sobre el sentido de la vida, la naturaleza del conflicto y las motivaciones humanas más profundas.

La influencia de la Guerra Civil

En su paso por España, Saint-Exupéry descubrió cómo las guerras civiles dividen a las personas de una manera que trasciende lo visible. “La frontera es invisible y pasa por el corazón del hombre”, escribió tras su primera estancia en Cataluña en 1936, enviado por el periódico L’Intransigeant. Esta experiencia inicial fue solo un preludio de lo que viviría al año siguiente en Madrid, donde estaría más cerca de la realidad del frente.

En 1937, enviado por el vespertino Paris-Soir, regresó a España para cubrir la contienda. Llegó el 11 de abril a Valencia, donde gestionó permisos para dirigirse al frente. Su llegada a Madrid, el 16 de abril, quedó registrada en un carné de prensa hallado recientemente en el Archivo de Salamanca. Este documento confirma que Saint-Exupéry se alojó en el Hotel Florida, en la Plaza de Callao, un punto de encuentro para los grandes reporteros de su tiempo. Sin embargo, el aviador no encontró inspiración en las tertulias periodísticas, sino en las trincheras de Carabanchel, donde vivió momentos de intensa reflexión sobre la condición humana.

En las trincheras de Carabanchel

Saint-Exupéry fue testigo de la camaradería y la valentía de los milicianos republicanos. Uno de los momentos más significativos de su experiencia en el frente fue su interacción con un “sargento R…”, un contable de Barcelona que se había unido a la guerra tras la muerte de un amigo. Esta figura simbolizaba para el escritor la lucha interna del hombre moderno: la búsqueda de un significado más allá de las ideologías y los ideales.

Una de las escenas más impactantes que relató fue escuchar a combatientes enemigos llamarse por sus nombres y gritar los ideales por los que luchaban: unos, “¡por España!”; otros, “¡por el pan de nuestros hermanos!”. Aunque sus palabras parecían contradecirse, Saint-Exupéry percibió que ambas contenían verdades universales y un deseo común: un anhelo de justicia y significado que, paradójicamente, los llevaba a la destrucción mutua.

La crónica de un Madrid sitiado

De su tiempo en Madrid, Saint-Exupéry escribió una única crónica, publicada tiempo después. En ella describía la ciudad como un navío cargado de mujeres y niños, torpedeado en mitad de aguas negras por la noche. Reflexionaba sobre la contradicción inherente a los valores que Franco defendía mientras devastaba la ciudad en nombre de esos mismos ideales cristianos.

El traslado de Saint-Exupéry al frente fue organizado por el periodista Henri Jeanson, quien utilizó su conexión con Buenaventura Durruti, líder anarquista, para disponer de un transporte inusual: un Rolls Royce conducido por un chofer que cantaba La Internacional. Este viaje, cargado de tensiones y humorísticos enfrentamientos con otros vehículos, es una muestra del surrealismo que marcó parte de la experiencia del escritor en España.

Reflexiones sobre el sacrificio

En las trincheras, Saint-Exupéry observó cómo los milicianos demostraban un profundo sentido de fraternidad y sacrificio, similar al que había experimentado entre sus compañeros de la Aeropostal. Sin embargo, también vio cómo este idealismo podía degenerar en una “embriaguez del sentimiento” que desfiguraba el propósito original.

Comprendió que la guerra civil era un preludio del cataclismo mundial que se avecinaba, un conflicto en el que también él se vería envuelto como piloto en la Segunda Guerra Mundial. Su experiencia en España le llevó a reafirmar su creencia de que era necesario dar un sentido a la vida de millones de hombres atrapados en trabajos y sistemas que los alienaban, para evitar que se perdieran en luchas vacías.

Un final prematuro

Tras abandonar Madrid el 27 de abril de 1937, Saint-Exupéry regresó a Francia con una visión más clara de las contradicciones humanas y sociales. Aunque su paso por España fue breve, las lecciones que extrajo de la Guerra Civil resonaron en su obra y en su vida.

«Tras abandonar Madrid el 27 de abril de 1937, Saint-Exupéry regresó a Francia con una visión más clara de las contradicciones humanas y sociales. Aunque su paso por España fue breve, las lecciones que extrajo de la Guerra Civil resonaron en su obra y en su vida.»

El escritor volvió a enfrentarse a la guerra durante la Segunda Guerra Mundial, donde encontró nuevamente los mismos impulsos humanos que había identificado en España. Su desaparición el 31 de julio de 1944, durante una misión de reconocimiento sobre Francia, selló su destino como uno de los grandes cronistas de las contradicciones y esperanzas de la Humanidad.

En resumen, la estancia de Antoine de Saint-Exupéry en Madrid y en la Guerra Civil Española no solo le proporcionó una perspectiva única sobre el conflicto, sino que también enriquecieron su comprensión de la condición humana, un tema central en su obra literaria y en su legado como aviador, escritor y testigo de su tiempo.

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