Cárcel de la Corte: Historias entre Rejas y Honor

¿Te imaginas si las paredes de un edificio pudieran contar historias? En el caso del Palacio de Santa Cruz, en la Plaza de la Provincia de Madrid, sus muros hablarían de gritos, lamentos y cadenas. Antes de convertirse en sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, este lugar fue testigo de las vidas más sombrías como una de las cárceles más antiguas de Madrid: la Cárcel de la Corte.

¿Cárceles con alma?

La justicia penal en la España de los siglos pasados era todo menos compasiva. Las prisiones no eran lugares de rehabilitación, sino auténticos depósitos de personas a la espera de su castigo físico o, en el peor de los casos, la muerte. Eran espacios oscuros, sucios, sin ventilación… el terror en forma de ladrillo.

Antes del siglo XVI, ni siquiera había prisiones como tal. ¿Solución? Se requisaban viviendas particulares para usarlas como calabozos improvisados. Puedes imaginar el enfado de los propietarios, ¿no? Así que, por presión vecinal, se pidió al Concejo que construyera una cárcel oficial.

Cuando Felipe II trajo la Corte a Madrid en 1561, el problema de la delincuencia se disparó. La solución fue dividir los delitos entre dos presidios: la Cárcel de Villa y la Cárcel de Corte.

  • Cárcel de la Villa: Para quienes cometían delitos contra el Ayuntamiento, como corrupción o estafas locales.
  • Cárcel de la Corte: Para crímenes más graves como homicidios, robos o disturbios.

Ambas cárceles estaban diseñadas para ser visibles, con la idea de que su sola presencia atemorizara a los ciudadanos. Imagina pasear por la calle y oír los gritos de los presos… era una estrategia de miedo puro.

¿Y las mujeres? A coser se ha dicho

En el siglo XVIII, el hacinamiento obligó a buscar soluciones para las mujeres presas. Se las trasladó a la Casa Galera, en la calle Atocha, donde se esperaba “reformarlas” a través del trabajo y la oración. Suena bien en teoría, pero en realidad eran talleres forzados en condiciones bastante duras.

La Cárcel de la Corte: de caserón a modelo europeo

La primera Cárcel de la Corte se ubicó en un caserón viejo, pero pronto quedó obsoleta. Felipe IV decidió construir algo más moderno y funcional. Así nació, en 1636, la nueva Cárcel de Corte, obra del arquitecto Juan Gómez de Mora.

El edificio era revolucionario para la época:

  • Separaba a los reos por sexo y tipo de condena.
  • Había luz, ventilación y patios para pasear.
  • La comida era, sorprendentemente, decente.
  • Los vigilantes se colocaban en zonas elevadas para mayor control.

Parecía más un hotel comparado con las mazmorras de antes. Eso sí, los privilegios tenían precio. Los carceleros cobraban a los presos por quitarles los grilletes o por alquilarles una cama decente. La corrupción estaba a la orden del día.

«Dormir bajo el ángel»

En la fachada de la Cárcel de la Corte había un ángel tallado que dio lugar a un dicho muy madrileño: “dormir bajo el ángel”, sinónimo de acabar entre rejas. ¿Sabías que personajes como Lope de Vega, Francisco de Quevedo y el bandolero Luis Candelas pasaron por aquí?

La prisión sobrevivió al paso del tiempo, aunque no sin incidentes. En 1791, un incendio la destruyó parcialmente, y el arquitecto Juan de Villanueva se encargó de la reconstrucción. Pero a principios del siglo XIX, un brote de tifus obligó a cerrar el lugar y trasladar a los presos a la Cárcel del Saladero.

La Calle del Verdugo

Al lado del edificio, hoy Ministerio de Asuntos Exteriores, estaba la Calle del Verdugo. Por esa calle, los condenados a muerte salían hacia la Plaza de la Cebada, donde se ejecutaban las penas. Por otro lado, los que quedaban libres lo hacían por la Calle del Salvador.

«La prisión sobrevivió al paso del tiempo, aunque no sin incidentes. En 1791, un incendio la destruyó parcialmente, y el arquitecto Juan de Villanueva se encargó de la reconstrucción. Pero a principios del siglo XIX, un brote de tifus obligó a cerrar el lugar y trasladar a los presos a la Cárcel del Saladero.«

Héroes tras las rejas

El 2 de mayo de 1808, durante la rebelión contra los franceses, un grupo de presos de la Cárcel de Corte pidió luchar por España. Lo curioso es que, al terminar la batalla, todos los que sobrevivieron regresaron voluntariamente a sus celdas. ¿Honor entre rejas? Parece que sí.

El final de una cárcel con historia

En 1767, la Cárcel de Corte dejó de ser lo que era. Aunque su historia no acabó ahí, su legado se conserva en el Palacio de Santa Cruz que alberga el Ministerio de Asuntos Exteriores. Hoy, cuando pases por allí, recuerda que bajo esos muros se vivieron historias de dolor, valentía y hasta honor.

En pleno siglo XXI, quizás los gritos y lamentos ya no se escuchan, pero las piedras de este edificio guardan una memoria que merece ser recordada.

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