Madrid no solo es famoso por su historia, su cultura y su gastronomía, sino también por su inconfundible manera de hablar. Los dichos populares forman parte de su identidad y son una ventana a la sabiduría popular, esa que pasa de generación en generación entre risas y refranes. Algunos de estos dichos están tan arraigados que los usamos sin saber de dónde vienen. Si alguna vez te has preguntado qué significa eso de ser “más chulo que un ocho” o por qué decimos que “de Madrid al cielo”, estás en el lugar indicado. ¡Vamos a descubrirlo!
Tabla de contenidos
Eres más chulo que un ocho
No podíamos empezar esta lista sin mencionar uno de los dichos más icónicos de Madrid. Si alguien te dice que eres “más chulo que un ocho”, está destacando tu desparpajo, tu confianza o, quizá, tu excesivo ego. Pero ¿de dónde viene esta expresión? La respuesta nos lleva al Madrid de antaño, cuando el tranvía número 8 era el encargado de llevar a los madrileños a la Pradera de San Isidro durante las fiestas del santo. Aquellos tranvías iban siempre abarrotados de chulapos y chulapas que no dudaban en lucir sus mejores galas y su actitud castiza. Aunque el tranvía ya no existe, el dicho ha quedado para siempre.
De Madrid al cielo
Este es, sin duda, el lema no oficial de la ciudad. Una frase que captura el amor de los madrileños por su tierra y su famoso cielo, especialmente al atardecer, cuando el horizonte se pinta de tonos rojizos, anaranjados y azulados. Pero, ¿qué hay detrás de esta expresión? Se dice que viene de un antiguo dicho que decía: “De Madrid al cielo y en el cielo un agujerito para verlo”. Es una declaración de amor por la ciudad, por su belleza y su vida. Hoy día, esta frase se puede ver incluso en un cartel colocado en la M-30, en el cruce entre el parque de Roma y Moratalaz.

«Este es, sin duda, el lema no oficial de la ciudad. Una frase que captura el amor de los madrileños por su tierra y su famoso cielo, especialmente al atardecer, cuando el horizonte se pinta de tonos rojizos, anaranjados y azulados. «
Esto es la casa de Tócame Roque
¡Cuántas veces has oído esto en medio de una trifulca familiar o cuando las cosas parecen un caos total! La casa de Tócame Roque existió de verdad, en la calle del Barquillo de Madrid, hasta que fue demolida en 1850. La expresión se originó por los hermanos Juan y Roque, quienes discutían constantemente por la herencia de la casa. Al final, las peleas dieron lugar a este dicho tan popular para describir un lugar lleno de caos y discordia.
Ser tonto del bote
Este curioso dicho tiene un origen algo triste. Se refiere a un mendigo madrileño del siglo XIX que pedía limosna agitando un bote frente al convento de San Antonio de Padua o del Prado, en la calle Cervantes (ya desaparecido). Según Dionisio Chaulié, en su libro Cosas de Madrid, este hombre era conocido por su poca agudeza mental y su constante presencia en el lugar. Hoy en día, el dicho se usa para referirse a alguien que no parece muy espabilado.
Das más la lata que Cascorro
Pocos personajes históricos tienen tanto peso en el imaginario madrileño como Eloy Gonzalo, el héroe de Cascorro. Este soldado madrileño destacó en la Guerra de Cuba por su valentía y tenacidad. Aunque dio su vida por su patria, la expresión “Dar la lata” proviene de la famosa estatua en su honor, situada en la plaza de Cascorro. Su posición con una lata de petróleo en la mano ha inspirado esta expresión que usamos para referirnos a alguien persistente o pesado.

«Eloy Gonzalo, el héroe de Cascorro. Este soldado madrileño destacó en la Guerra de Cuba por su valentía y tenacidad. Aunque dio su vida por su patria, la expresión “Dar la lata” proviene de la famosa estatua en su honor, situada en la plaza de Cascorro.«
Ser más viejo que el canalillo
Esta expresión hace referencia al antiguo canalillo de Madrid, una acequia construida en 1858 para llevar agua al ensanche de la ciudad. Con 19 kilómetros de longitud y un metro de profundidad, el canalillo marcó un antes y un después en el suministro de agua. Aunque hoy en día queda poco de aquel canal, su memoria persiste en zonas como el parque Ofelia Nieto, cerca de Plaza de Castilla. La expresión se usa para referirse a algo muy antiguo.
Hacer mutis por el foro
Esta frase tan teatral tiene su origen en el escenario. En el teatro clásico, “Mutis por el foro” era la indicación para que los actores salieran por la parte trasera del escenario (el foro). Pero ¿por qué se usa tanto en Madrid? Probablemente por su comparación con Roma, ya que a la capital también se la llama “el foro”. Hoy usamos esta expresión para referirnos a alguien que se retira discretamente de una situación.
Ser un hortera
¿Sabías que esta palabra tiene un origen muy curioso? En el siglo XVII, los horteras eran los mancebos de las tiendas de mercaderías, es decir, los aprendices o ayudantes. Estos jóvenes solían ser de clase baja y vestían ropa vieja o de poca calidad, lo que con el tiempo dio lugar al uso despectivo del término. Aunque su significado ha evolucionado, ser un hortera sigue siendo sinónimo de mal gusto.
Ver menos que Pepe el Leches
La historia de Pepe el Leches está envuelta en varias leyendas. Una de las más populares en Madrid habla de un guardia municipal del siglo XIX, José Fernández Albusac, conocido por su enorme miopía. Al parecer, en las peleas callejeras golpeaba sin mirar a quién, lo que le valió este apodo. Aunque su historia es algo difusa, la expresión ha quedado como un sinónimo de alguien con poca visión, literal o figurada.
No comerse ni una rosca
Esta expresión tiene un origen muy castizo y está relacionado con las fiestas de San Isidro. Durante la verbena, los chulapos invitaban a las chulapas a bailar y les ofrecían las famosas rosquillas de la pradera. Si la chulapa aceptaba, era todo un éxito; pero si no, el pretendiente volvía a casa sin “comerse una rosca”, es decir, sin suerte en el amor. Hoy en día, la frase se utiliza para referirse a quien no consigue lo que desea, especialmente en el terreno amoroso.

Durante la verbena, los chulapos invitaban a las chulapas a bailar y les ofrecían las famosas rosquillas de la pradera. Si la chulapa aceptaba, era todo un éxito; pero si no, el pretendiente volvía a casa sin “comerse una rosca”,
Los dichos madrileños son mucho más que palabras: son pequeñas cápsulas de historia, costumbres y personalidad que capturan la esencia de una ciudad vibrante y llena de vida. La próxima vez que escuches alguno de estos refranes, recuerda que no solo estás usando una expresión popular, sino que también estás conectando con el alma castiza de Madrid. ¡Y tú, ¿cuántos de estos dichos conocías?
