El Hospital de la Venerable Orden Tercera de Madrid: Un Viaje por la Historia y el Arte

Madrid es una ciudad de contrastes, donde la modernidad convive con siglos de historia. Entre sus rincones más fascinantes se encuentra el Hospital de la Venerable Orden Tercera (V.O.T.), el hospital más antiguo de la capital que ha funcionado sin interrupción desde el siglo XVII. Ubicado en la calle San Bernabé, este hospital no solo ha sido testigo de la evolución de la medicina, sino también de la historia de España.

Origen de la Venerable Orden Tercera

Para entender la importancia de este hospital, hay que remontarse al siglo XIII, cuando San Francisco de Asís, en su afán por extender su mensaje, creó la Venerable Orden Tercera de hermanos franciscanos seglares. Se trataba de una opción para aquellos que querían seguir sus enseñanzas sin renunciar a su vida cotidiana. La regla de la V.O.T. se propagó rápidamente por Europa y llegó a Madrid, donde, durante el Siglo de Oro, más del 20 % de la población pertenecía a la orden. Figuras ilustres como Lope de Vega, Quevedo, Calderón de la Barca y Cervantes fueron miembros de la fraternidad.

El escudo de la V.O.T. es una poderosa representación de su legado: cinco llagas de Cristo y los tres clavos de la cruz, un emblema de sacrificio y entrega que sigue presente en su arquitectura y documentos históricos.

Un hospital con siglos de servicio

La decisión de construir un hospital estable en Madrid se tomó en 1678, con la aprobación del rey Carlos II. Gracias al mecenazgo de doña Lorenza de Cárdenas y su esposo, don Lorenzo Ramírez de Prado, las obras comenzaron en 1679 y se inauguró en 1686. Aunque la iglesia no estaba terminada, el hospital ya contaba con ocho salas y 200 camas, distribuidas en torno a un patio cuadrangular. Cada sala estaba dedicada a un santo franciscano, reforzando el carácter espiritual del lugar.

«La decisión de construir un hospital estable en Madrid se tomó en 1678, con la aprobación del rey Carlos II. Gracias al mecenazgo de doña Lorenza de Cárdenas y su esposo, don Lorenzo Ramírez de Prado, las obras comenzaron en 1679 y se inauguró en 1686. Aunque la iglesia no estaba terminada, el hospital ya contaba con ocho salas y 200 camas, distribuidas en torno a un patio cuadrangular.»

Desde sus inicios, este hospital destacó por su atención a los más necesitados y su innovación médica. Fue pionero en el tratamiento de la tuberculosis y uno de los primeros en aplicar la radioterapia en España. Durante muchos años, su quirófano fue uno de los más avanzados de Madrid.

Las enfermeras que atendían a los pacientes fueron, en un principio, viudas de la orden franciscana seglar. Más tarde, la labor pasó a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, y desde 1919, a las Hermanas Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor.

Acontecimientos históricos y guerras

El hospital no solo ha sido un refugio de salud, sino también un testigo de los conflictos que han marcado a España. Durante la Guerra de la Independencia, atendió a heridos de ambos bandos a pesar del saqueo francés. En la Guerra Civil, el hospital fue confiscado y convertido en Hospital Municipal, lo que llevó a trasladar sus bienes artísticos a lugares como el Hotel Ritz, Arganda y Loeches, evitando así su destrucción.

Tras la guerra, regresó a su sede histórica y en los años 50 se modernizó con habitaciones individuales y consultas externas. En 2012, la antigua huerta se transformó en un jardín sobre un aparcamiento subterráneo, adaptando el hospital a los nuevos tiempos sin perder su esencia.

Un museo escondido entre sus muros

Más allá de su función sanitaria, el Hospital de la V.O.T. es un auténtico museo de arte y arquitectura. Su capilla, construida entre 1693 y 1699, fue diseñada por José de Arroyo y finalizada por Felipe Sánchez y Teodoro Ardemans. La fachada, con su escudo franciscano, es solo un adelanto de lo que aguarda en su interior.

El retablo mayor, de estilo neoclásico, es una obra maestra de Patricio Rodríguez, con esculturas de San Francisco y San Antonio, realizadas por Julián de San Martín en 1762. La Inmaculada que preside el retablo es obra de Salvador Páramo López (1867). En las pechinas de la cúpula se observan los escudos de la V.O.T. y de la orden franciscana, recordando la identidad del hospital.

La Inmaculada que preside el retablo es obra de Salvador Páramo López (1867). En las pechinas de la cúpula se observan los escudos de la V.O.T. y de la orden franciscana, recordando la identidad del hospital.

En las capillas laterales, destacan el Cristo Crucificado de José López (siglo XVIII), un Ecce Homo y una Soledad de la escuela granadina (siglo XVII), así como la Virgen de Valvanera (siglo XVIII). También se conserva un cuadro poco común de San José en su lecho de muerte, donde un ángel sostiene un plato con churros, un detalle costumbrista que no pasa desapercibido.

La escalera del hospital es otro tesoro, con pinturas de Teodoro Ardemans que representan símbolos franciscanos. En un nicho central se encuentra un busto de San Francisco de Asís, obra de Agustín Querol. Frente a él, un retrato de un caballero que podría ser Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV.

El claustro del hospital, cerrado con miradores de madera, alberga una fuente de piedra en su centro y está decorado con cuadros de los siglos XVII y XVIII. Entre ellos, destacan la «Inmaculada junto a la Santísima Trinidad» de Francisco Camilo y «La Visita de la Virgen a Santa Isabel» con una composición que recuerda a la escuela de Veronés.

«La escalera del hospital es otro tesoro, con pinturas de Teodoro Ardemans que representan símbolos franciscanos. En un nicho central se encuentra un busto de San Francisco de Asís, obra de Agustín Querol. Frente a él, un retrato de un caballero que podría ser Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV.»

Un legado vivo

El Hospital de la Venerable Orden Tercera sigue en funcionamiento hoy como un moderno centro sanitario privado, con acuerdos con aseguradoras médicas, pero sin perder su esencia franciscana. Su historia es un testimonio de la evolución de la medicina en Madrid y de la riqueza cultural y artística que alberga. Quienes visitan sus instalaciones no solo encuentran atención médica, sino también un viaje en el tiempo a través de sus muros cargados de historia y arte.

En un Madrid en constante cambio, el Hospital de la V.O.T. se mantiene como un símbolo de tradición y servicio, un lugar donde la historia sigue viva y al que merece la pena prestar atención más allá de su función hospitalaria.

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