La Casa del Duende: El Misterio de la Morada Maldita en Madrid

Un Edificio Perdido en la Historia

Entre las madrileñas calles de Duque de Liria y Mártires de Alcalá se encontraba la llamada «Casa del Duende», un edificio que, aunque en su tiempo fue célebre por las historias que albergaba, hoy no consta entre los inmuebles en pie de Madrid. Lo que una vez fue un refugio para los criados y el personal del Rey en el siglo XVIII, terminó convirtiéndose en el centro de numerosos relatos de misterio y fenómenos inexplicables.

Un Refugio para los Marginados

A lo largo de los años, los sótanos de la Casa del Duende sirvieron como refugio para lo más oscuro de la sociedad. Se dice que en su interior se reunían delincuentes y personas de dudosa reputación, quienes encontraban allí un escondite seguro para llevar a cabo actividades ilícitas. El juego, las apuestas y otros vicios eran el pan de cada día en aquel submundo oculto.

Una noche, mientras los dados rodaban y las monedas pasaban de mano en mano, una disputa violenta estalló entre los jugadores. Gritos y amenazas llenaron la estancia, cuando de repente, un ser enjuto, de corta estatura, nariz ganchuda y larga barba, apareció de la nada y exigió silencio. Su voz resonó con tal autoridad que los presentes callaron al instante. Pero no pasó mucho tiempo antes de que la tensión se reanudara con más fuerza, avivada por el alcohol y la codicia.

La Aparición de los Duendes

Justo en el clímax del enfrentamiento, algo insólito ocurrió. Como si emergieran de las sombras, una veintena de pequeñas figuras de rostros grotescos y mirada maligna aparecieron de la nada, armadas con látigos y garrotes. En cuestión de segundos, la taberna clandestina se convirtió en un escenario de terror. Los enanos atacaron sin piedad, mordiendo y golpeando a los jugadores, quienes, presas del pánico, huyeron despavoridos dejando atrás sus pertenencias.

Desde aquella noche, el temor se apoderó del barrio. Los rumores sobre la maldición de la casa corrieron como la pólvora y pocos se atrevieron a acercarse a sus muros al caer el sol.

La Marquesa de Hormazas y Su Encuentro con lo Sobrenatural

A pesar de su terrible fama, hubo quienes desafiaron las leyendas. Una de ellas fue la Marquesa de Hormazas, Doña Rosario de Benegas, una mujer ilustrada y valiente que decidió comprar la Casa del Duende para convertirla en su residencia.

Al principio, la marquesa desestimó las habladurías del pueblo y se instaló con total normalidad. Sin embargo, los sucesos inexplicables no tardaron en manifestarse. Un día, ordenó a su mayordomo encargar cortinas nuevas para sus habitaciones. Apenas el sirviente cruzó la puerta de la casa, los duendes aparecieron de nuevo, esta vez trayendo consigo las telas exactas que la marquesa había solicitado. Aterrada, la mujer perdió el conocimiento. Cuando despertó, no solo las cortinas estaban listas, sino que ya colgaban perfectamente instaladas en sus ventanas.

Días después, ante el creciente temor, la marquesa decidió llamar a un sacerdote para bendecir la casa. Pero antes de que sus emisarios llegaran al convento, un duende apareció en la puerta acompañado del propio fraile. La noble, ya al borde del colapso, huyó de la casa y jamás volvió a poner un pie en ella.

El Canónigo Desafiante y su Huida

Otro valiente que intentó desafiar el misterio de la Casa del Duende fue Melchor de Avellaneda, un canónigo que, convencido de que los relatos eran meras supersticiones, se trasladó a vivir allí. Los primeros días transcurrieron sin novedad, hasta que un evento inesperado le hizo cambiar de opinión.

Una tarde, sentado en su escritorio, comenzó a redactar una carta al obispo solicitando un libro de su interés. No había terminado de escribir el título cuando un duende apareció ante él, sosteniendo el ejemplar que acababa de pedir. Preso del horror, Avellaneda abandonó la casa de inmediato y nunca más se le vio en Madrid.

La Intervención de la Inquisición

El miedo y la superstición se apoderaron de los vecinos, quienes exigieron a la Iglesia tomar cartas en el asunto. En 1887, Ricardo Sepúlveda narró en su libro Madrid Viejo que el Tribunal de la Santa Fe aceptó la petición del pueblo y ordenó exorcizar la casa. A pesar de no encontrar pruebas de la existencia de los duendes, la Inquisición organizó una expedición para capturar al ente maligno.

«El miedo y la superstición se apoderaron de los vecinos, quienes exigieron a la Iglesia tomar cartas en el asunto. En 1887, Ricardo Sepúlveda narró en su libro Madrid Viejo que el Tribunal de la Santa Fe aceptó la petición del pueblo y ordenó exorcizar la casa. A pesar de no encontrar pruebas de la existencia de los duendes, la Inquisición organizó una expedición para capturar al ente maligno.»

Al amanecer, un grupo de inquisidores, armados con picos, palas y látigos, rodearon la casa bajo la supervisión del obispo de Segovia. Tras rociar la fachada con agua bendita, irrumpieron en el interior en busca de los seres infernales. Sin embargo, solo encontraron a delincuentes y fugitivos que usaban la casa como escondite. Ni rastro de los duendes.

La Desaparición de la Casa del Duende

Con el tiempo, la casa fue quedando en el olvido. A finales del siglo XIX, tras años de abandono, fue demolida y el solar quedó vacío. Aún así, los relatos sobre el misterioso lugar perduraron entre los madrileños. Algunos aseguraban que el terreno despedía un olor a azufre, mientras que otros afirmaban que fue sembrado con sal para evitar que cualquier cosa creciera sobre él, ni siquiera la sombra de los duendes que una vez lo habitaron.

Así se cerró el capítulo de una de las leyendas más intrigantes de Madrid. Y es que, amigos de MAD Experiencias, Madrid es historia, pero también es un lugar donde la magia y el misterio acechan en cada esquina. Si queréis venir con nosotros y conocer las leyendas de Madrid… ¡Pinchad aquí!

MAD Experiencias es Madrid desde todos los ángulos

Comments are closed.