Madrid tiene secretos en cada rincón, pero pocos son tan intrigantes como la historia enterrada (y desenterrada) bajo la Puerta de Toledo. Hablamos de una «cápsula del tiempo» que, a lo largo de los siglos, ha sido manipulada, censurada, enterrada y desenterrada según el humor de los gobernantes de turno. Es, sin exagerar, una pequeña caja de plomo que ha vivido más revoluciones y cambios de régimen que muchos historiadores.
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Orígenes: Un arco para un rey que nadie quería
A principios del siglo XIX, Madrid necesitaba nuevos accesos. La muralla de Felipe IV, que en su día protegió la ciudad, se había convertido en un obstáculo. Los franceses, con José Bonaparte (alias Pepe Botella) en el trono, querían modernizar la capital, y la Puerta de Toledo era parte de ese plan. La idea inicial era que este arco neoclásico sirviera como monumento para conmemorar la llegada al trono del hermano de Napoleón.
Pero la historia es caprichosa, y cuando en 1813 se colocó la primera piedra de la puerta, la suerte de José Bonaparte estaba echada. Se preparó, como era costumbre, una «cápsula del tiempo» con un baúl de plomo enterrado bajo los cimientos. Contenía monedas con la efigie de Pepe Botella, una copia de la Constitución de Bayona y una gaceta del momento.
Primer «allanamiento»: La llegada de Fernando VII
No pasó ni un año antes de que la cápsula fuera profanada por primera vez. En 1814, el pueblo español celebraba la expulsión de los franceses y la vuelta de Fernando VII, conocido como «el Deseado» (aunque luego demostraría ser más bien «el temido»). En Madrid, se decidió que la Puerta de Toledo no podía estar dedicada a Bonaparte, así que cambiaron su propósito: ahora sería un Arco Triunfal para recibir al rey español.
Pero no bastaba con cambiar el sentido del monumento; había que corregir la «afrenta» de la cápsula del tiempo. Un grupo de funcionarios municipales desenterró la caja y sustituyó su contenido: adios monedas de Pepe Botella y la Constitución de Bayona, hola monedas de Fernando VII, un calendario del momento y, sobre todo, la flamante Constitución de 1812, también conocida como «La Pepa».
Segundo «asalto»: Fernando VII y su rencor a La Pepa
Pero si algo caracterizó a Fernando VII fue su odio a la Constitución de 1812. Ni siquiera había pisado suelo español cuando ya la había abolido. Y claro, cuando se enteró de que la famosa «cápsula del tiempo» contenía ese documento, se indignó.
Ordenó que la volvieran a desenterrar para eliminar cualquier rastro de La Pepa. En su lugar, los funcionarios pusieron su decreto de abolición de la Constitución. Para Fernando VII, esta no era solo una corrección; era una victoria simbólica contra los liberales que lo querían convertir en un rey constitucional.
Tercer «asalto»: El general Riego y el regreso de La Pepa
Pero la historia da muchas vueltas. En 1820, el general Riego lideró un levantamiento que obligó a Fernando VII a restaurar la Constitución de 1812. Y los liberales no tardaron en acordarse de la cápsula del tiempo.
Una vez más, funcionarios municipales acudieron a la Puerta de Toledo para revertir la modificación anterior. Pero esta vez, las obras del arco estaban ya muy avanzadas, y excavar en los cimientos no era tan sencillo. Así que decidieron enterrar un nuevo baúl con la Constitución de 1812, documentos que acreditaban su restauración y una copia de la Gaceta de Madrid que daba fe del juramento de La Pepa por parte de Fernando VII.
Cuarto «asalto»: El retorno de Fernando VII al absolutismo
Si creías que esta era la última manipulación de la cápsula del tiempo, subestima el rencor de Fernando VII. En 1823, con la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis y el fin del Trienio Liberal, el monarca recuperó el poder absoluto. Y una de sus primeras medidas fue, una vez más, «corregir» el contenido de la caja.
Se ordenó la extracción de la segunda cápsula para eliminar cualquier rastro de La Pepa. En su lugar, se colocaron decretos que proclamaban la vuelta al absolutismo. A estas alturas, la Puerta de Toledo estaba casi terminada y el tema pasó a un segundo plano. Para 1827, cuando se inauguró oficialmente, el país ya estaba sumido en la Década Ominosa y las preocupaciones eran otras.
¿Qué hay hoy bajo la Puerta de Toledo?
La pregunta del millón: ¿queda alguna de estas cápsulas del tiempo enterradas bajo la Puerta de Toledo? Nadie lo sabe con certeza. Algunos investigadores creen que la primera cápsula nunca llegó a ser desenterrada y que simplemente se fueron enterrando otras nuevas con cada cambio de régimen.
Si esto es cierto, podría haber varias cápsulas superpuestas en el subsuelo de la puerta, formando una especie de estrato arqueológico de la política española del siglo XIX. Otros creen que la última intervención de Fernando VII fue definitiva y que no queda nada bajo el monumento.
Un monumento que vio de todo
A lo largo de los siglos, la Puerta de Toledo ha sido testigo de guerras, revoluciones y cambios de gobierno. Desde los días en que fue concebida como un arco para honrar a un rey invasor, hasta su inauguración definitiva bajo un monarca absolutista, el monumento ha resistido el paso del tiempo.
Hoy en día, pocos madrileños que pasan por allí conocen la historia de las cápsulas del tiempo enterradas (y desenterradas) bajo sus pies. Pero si algún día se decidiera excavar bajo la Puerta de Toledo, quizá descubriríamos que la historia, literalmente, sigue esperando ser contada bajo las piedras de Madrid.
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