Si alguna vez te has preguntado qué pasaba en las carreteras de Castilla en pleno siglo XV, la respuesta puede resumirse en una palabra: peligro. Pero no te preocupes, porque los Reyes Católicos tenían un plan. En 1476, decidieron poner orden con la creación de la Santa Hermandad, una especie de policía nacional adelantada a su tiempo. Era la primera unidad militar permanente en España y una de las primeras fuerzas regulares organizadas de Europa. Pero no te dejes engañar por su nombre: no era una organización religiosa, aunque su pomposidad podía hacértelo pensar.
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Una solución para el caos
La idea de crear la Santa Hermandad surgió en las Cortes de Madrigal, el 19 de abril de 1476. Los procuradores de Burgos pidieron a los Reyes Católicos una solución para proteger el comercio y los caminos, porque el bandolerismo estaba fuera de control. Había que pacificar el reino, garantizar la seguridad de los viajeros y, de paso, meter en cintura a los nobles revoltosos.
La Santa Hermandad nació como una evolución de las antiguas hermandades locales, asociaciones de municipios que desde el siglo XI ya se unían para defenderse de salteadores y otros problemas. Por ejemplo, en 1315, la Hermandad de Burgos trataba de proteger los caminos en tiempos de Alfonso XI, y en Toledo existía una hermandad de pastores que vigilaba zonas montañosas.
Organización y objetivos
Cuando los Reyes Católicos tomaron las riendas, la Santa Hermandad se transformó en algo mucho más estructurado. Se territorializó su jurisdicción, que cubría cinco leguas a la redonda de cada localidad con más de treinta vecinos. Se crearon cuadrillas formadas por un jinete por cada cien vecinos y un soldado por cada ciento cincuenta. Estas cuadrillas perseguían robos, crímenes, incendios y secuestros, aplicando justicia rápida y, a menudo, implacable.

«Cuando los Reyes Católicos tomaron las riendas, la Santa Hermandad se transformó en algo mucho más estructurado. Se territorializó su jurisdicción, que cubría cinco leguas a la redonda de cada localidad con más de treinta vecinos. Se crearon cuadrillas formadas por un jinete por cada cien vecinos y un soldado por cada ciento cincuenta.»
Los soldados de la Hermandad vestían calzas de paño encarnado, un sayo de lana blanca con una cruz roja en el pecho y la espalda, y llevaban cascos ligeros de hierro. Su armamento era sencillo: lanza y espada. Pero no eran solo fuerza bruta; también llevaron a cabo los primeros censos modernos de España, recopilando información de los municipios a principios del siglo XVI.
¡A buenas horas mangas verdes!
Uno de los detalles más curiosos de la Santa Hermandad es que dio origen a la famosa expresión: «¡A buenas horas, mangas verdes!»
Aunque estaban destinados a mantener el orden, no siempre llegaban a tiempo al lugar del delito. La gente, frustrada, se burlaba de ellos mencionando las mangas verdes que llevaban como parte de su uniforme. Y así quedó para la posteridad.

La financiación: una cuestión delicada
Mantener a la Santa Hermandad no era barato. Su financiación provenía de un impuesto llamado “sisa”, que gravaba las mercancías. Aunque al principio todo el mundo tenía que pagarlo, pronto los hidalgos y el clero lograron eximirse. Entre 1478 y 1498, la Hermandad recaudó cifras impresionantes: entre 17,8 y 34,5 millones de maravedíes al año, dependiendo de las necesidades militares, como la guerra de Granada.
Más allá de Castilla
Aunque la Santa Hermandad fue un invento de Castilla, los Reyes Católicos intentaron introducirla también en la Corona de Aragón, buscando unificar instituciones. Sin embargo, este esfuerzo fracasó debido a las diferencias culturales y políticas entre ambos reinos. Aun así, en otras regiones existieron organizaciones similares, como el Somatén en Cataluña o el Orde en Navarra.
El principio del fin
La Santa Hermandad fue evolucionando con el tiempo, pero su época dorada terminó en 1498, cuando se redujo a niveles locales. Aunque siguió existiendo durante varios siglos, su influencia disminuyó gradualmente. Finalmente, fue disuelta en 1835, en que por el Estamento de Próceres votado en Cortes fue decretada su extinción total, habiendo sido para entonces reemplazada por la Superintendencia General de Policía creada en 1824 como órgano director de la Policía General del Reino, y diez años después, en 1844, nació la Guardia Civil, que tomó su relevo como fuerza de seguridad en los caminos.
Un legado duradero
Aunque ya no existe, la Santa Hermandad dejó una huella imborrable en la historia de España. Fue un instrumento clave para consolidar el poder real y mantener el orden en un tiempo en que la anarquía amenazaba con desbordar el reino. Y, por supuesto, también nos dejó una expresión popular que aún usamos para quejarnos de las demoras: “¡A buenas horas mangas verdes!”.
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