Hoy en día, la Puerta del Sol es mucho más que una plaza: es el corazón palpitante de Madrid. Un lugar donde los madrileños se dan cita para despedir el año, para protestar, para celebrar o simplemente para pasear. Pero lo que pocos saben es que, bajo el bullicio y los neones actuales, se esconden siglos de historia que han transformado este rincón de la ciudad en lo que es hoy. ¡Vamos a descubrir qué había allí mucho antes de que existieran las cámaras fotográficas y los selfies!
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De torreón a «calle Ancha»: los inicios
Retrocedamos al siglo XV, cuando Madrid era apenas una villa en crecimiento. En aquellos días, la Puerta del Sol no era ni siquiera una plaza; más bien, era conocida como «calle Ancha». Aquí se encontraba uno de los torreones que formaban parte de las murallas medievales de la ciudad, similares a las que todavía podemos ver en Toledo o Ávila. Este torreón, con su función defensiva, servía de punto de entrada hacia el Este.
«La Puerta del Sol debía de ser en principio un torreón almenado como los de las murallas de Toledo o de Ávila, y tuvo cierta importancia militar en tiempos de las comunidades de Castilla. El venerable maestro de Cervantes, Juan López de Hoyos, conoció aún la puerta en pie, y dice que fue derribada a mediados del siglo XVI para ensanchar y desenfadar una salida tan principal como aquella. Ya entonces la población comenzaba a expandirse hacia el Este», podía leerse en ‘Blanco y Negro’ el 17 de enero de 1903.
Con el tiempo, el torreón perdió su importancia militar y fue derribado a mediados del siglo XVI para ensanchar el paso. Fue entonces cuando la población comenzó a expandirse hacia lo que ahora conocemos como Preciados y Arenal. El nombre de «Puerta del Sol» proviene, según se dice, del sol que adornaba el torreón original. Pero, aunque la plaza se fue configurando, su aspecto estaba muy lejos de ser el de hoy.
Una pequeña «plaza» con casuchas y mucho bullicio
Algunas crónicas antiguas aseguraban que el tamaño de la citada «calle ancha» apenas superaba los dos carros. El artículo de ‘Blanco y Negro’ aclaraba en este sentido: «Para formarse una idea de lo que era esta gran plaza, es menester tener en cuenta que no ocupaba ni la cuarta parte del espacio actual. Donde hoy está el Ministerio de la Gobernación, había unas cuarenta casuchas de portal y balcón estrechísimos habitadas por gente de no muy honesto vivir. Este desagradable vecindario se extendía entre las calles Mayor y Arenal, y en el vértice del ángulo se alzaba imponente, barroca, pesadísima, la mole de la Iglesia de San Felipe».
Por otro lado, siguiendo la acera hacia la actual Carrera de San Jerónimo, te topabas con un caserón inmenso y sombrío: el convento de la Victoria. Desde sus pequeñas ventanas, los frailes vigilaban el ir y venir de los comerciantes que se instalaban en la plaza para vender carne y verduras. Todo este bullicio convertía el lugar en una especie de mercado diario, lleno de motes, dicharachos y algún que otro altercado.
El Buen Suceso: un hospital y una iglesia bajo nuestros pies
Uno de los edificios más imponentes que se alzó en la Puerta del Sol fue el hospital e iglesia del Buen Suceso. Este colosal conjunto arquitectónico tiene su origen en el siglo XV, cuando el rey Juan II de Trastámara ordenó su construcción en 1438. El objetivo era claro: ofrecer atención médica a los afectados por la peste negra, que por aquel entonces arrasaba Madrid.

«Uno de los edificios más imponentes que se alzó en la Puerta del Sol fue el hospital e iglesia del Buen Suceso. Este colosal conjunto arquitectónico tiene su origen en el siglo XV, cuando el rey Juan II de Trastámara ordenó su construcción en 1438. El objetivo era claro: ofrecer atención médica a los afectados por la peste negra, que por aquel entonces arrasaba Madrid.«
El hospital era, en esencia, una de las primeras «casas de socorro» de la ciudad. Con el tiempo, se convirtió en un centro fundamental para atender no solo a los enfermos, sino también a soldados y sirvientes de la Casa Real. La iglesia, por su parte, fue creciendo y ganando importancia, llegando a ser reformada varias veces. En el siglo XVII, su nombre fue cambiado a «Buen Suceso» en honor a una Virgen traída de Roma, que se había convertido en un símbolo de esperanza y milagros.
De colosal a ruinas: la caída del Buen Suceso
El hospital y la iglesia vivieron su época dorada durante los siglos XVI y XVII, pero no todo fue gloria. En 1695, el edificio ya estaba amenazado de ruina y tuvo que ser ampliado y reformado varias veces. Durante la Guerra de Independencia, las tropas de Napoleón lo utilizaron como cuartel y hospital para sus soldados, lo que aceleró su deterioro.
Finalmente, en 1854, las autoridades decidieron demoler el Buen Suceso como parte de un ambicioso plan de remodelación de la Puerta del Sol. Aquella decisión marcó el inicio de la transformación de la plaza hacia su aspecto moderno. Curiosamente, durante las obras de la estación de Cercanías en 2006, se encontraron restos de la cimentación del antiguo hospital, un hallazgo que sorprendió a muchos madrileños.
Otros secretos enterrados: la iglesia de San Felipe y el convento de la Victoria
El Buen Suceso no era el único edificio religioso que dominaba la Puerta del Sol en sus primeros siglos. La iglesia de San Felipe, una estructura barroca y monumental, también se alzaba imponente en la zona. Construida entre los siglos XVI y XVII, esta iglesia era conocida por su fachada pesada y sus proporciones imponentes. Al igual que el Buen Suceso, fue demolida a mediados del siglo XIX para dar paso al ensanche de la plaza.

El convento de la Victoria, mencionado antes, también fue un testigo mudo de los cambios en la Puerta del Sol. Este caserón sombrío, que había sido un refugio espiritual y un punto de control para los comerciantes, fue desapareciendo poco a poco con las remodelaciones.
La transformación de la Puerta del Sol
Con la demolición de estos edificios históricos, la Puerta del Sol se fue configurando como el espacio abierto que conocemos hoy. En 1860, comenzó la construcción de los edificios actuales, que le dieron a la plaza su estilo del siglo XIX, mucho más homogéneo y «moderno» para la época. Se eliminaron las casas pequeñas, los conventos y los mercados improvisados, y en su lugar surgieron fachadas elegantes y simétricas que han llegado hasta nuestros días.
La Puerta del Sol, testigo de la historia
Desde entonces, la Puerta del Sol ha sido testigo de innumerables acontecimientos históricos. Las gigantescas nevadas de 1907, la inauguración del Metro en 1921, la proclamación de la Segunda República en 1931 o las protestas y celebraciones de las últimas décadas han dado vida a este lugar. Pero, bajo sus adoquines y su emblemático reloj, siguen descansando los vestigios de una época en la que iglesias colosales, hospitales y conventos marcaban el ritmo de la vida madrileña.

La próxima vez que pases por la Puerta del Sol, detente un momento y piensa en todo lo que hubo allí antes. En esos edificios ocultos que, aunque desaparecieron, dejaron una huella imborrable en la historia de Madrid. ¡Quizá las piedras bajo tus pies tengan más historias que contar de las que imaginamos!
