Mujeres en Madrid: Emilia Pardo Bazán, la mujer que nunca pidió permiso para brillar

La historia de España y de Madrid está llena de nombres que no siempre han recibido el reconocimiento que merecen. En ese rincón de la memoria donde tantas mujeres han sido relegadas, encontramos a Emilia Pardo Bazán, una de las mentes más brillantes de su época. Luchadora incansable, escritora precoz y adelantada a su tiempo, Emilia no solo rompió moldes, sino que los hizo pedazos.

Nacida en La Coruña en 1851, Emilia pertenecía a una familia adinerada, lo que le permitió disfrutar de una educación poco común para las mujeres de su época. Desde pequeña mostró una curiosidad insaciable y una mente despierta. Su padre, Don José Pardo Bazán, y Francisco Giner de los Ríos, impulsor de la Institución Libre de Enseñanza, jugaron un papel clave en su formación. Gracias a ellos, Emilia tuvo acceso a libros, idiomas y la posibilidad de viajar, lo que alimentó su amor por el conocimiento.

No fue una niña cualquiera. Mientras otras niñas aprendían labores domésticas, Emilia estaba leyendo a Balzac y Dickens, aprendiendo inglés, francés y alemán, y componiendo versos con apenas nueve años. A los quince ya había escrito su primer cuento, Un matrimonio del siglo XIX, una historia que abriría el camino a los casi 600 relatos que publicaría a lo largo de su vida.

Pero, claro, incluso para una mujer con tanto talento, la vida no era fácil. A los 16 años, como mandaban las costumbres, se casó con José Quiroga. Sin embargo, el matrimonio no fue un obstáculo para su ambición literaria. Emilia siguió escribiendo, publicando y aprendiendo. Y en 1883, tomó una decisión sorprendente y revolucionaria para la época: se separó de su marido. ¿La razón? Dedicarse completamente a la literatura.

Traslado a Madrid

En 1869, Emilia Pardo Bazán y su marido, José Quiroga, se mudaron a Madrid cuando él fue elegido diputado a Cortes tras la Revolución de 1868. Pero como el hombre no estuvo mucho tiempo en el escaño, aprovecharon para darse un buen paseo por Europa, ¡en familia y todo! Los cuatro se embarcaron en un viaje de varios meses por Francia e Italia.

Lo curioso es que Emilia no dejó de trabajar durante el viaje. Escribió crónicas para el diario El Imparcial, donde contó sus aventuras y reflexiones. Estas crónicas se publicaron más tarde en su libro Por la Europa católica (1901). Entre anécdotas y paisajes, Emilia aprovechó para criticar el atraso de España y lanzó una recomendación que suena muy actual: viajar, al menos una vez al año, como una forma de aprender y abrir la mente. ¡Visionaria total!

La pionera que incomodó al sistema

Emilia no solo escribía. También pensaba, debatía y defendía ideas que hacían temblar los cimientos de una sociedad patriarcal. Desde el principio, abogó por la educación y los derechos de las mujeres. Sabía que la única manera de cambiar las cosas era dándole a las mujeres las mismas oportunidades que tenían los hombres.

Pero no lo tuvo fácil. Aunque logró convertirse en la primera catedrática de Literatura en la Universidad Central de Madrid, sufrió el boicot de sus propios colegas y alumnos. Estos últimos se negaban a asistir a sus clases simplemente por ser mujer. A pesar de ello, Emilia se mantuvo firme y no dejó que la discriminación la frenara. También fue la primera mujer presidenta de la sección de Literatura del Ateneo de Madrid y la primera corresponsal de prensa en el extranjero, reportando desde Roma y París.

«Emilia no solo escribía. También pensaba, debatía y defendía ideas que hacían temblar los cimientos de una sociedad patriarcal. Desde el principio, abogó por la educación y los derechos de las mujeres. Sabía que la única manera de cambiar las cosas era dándole a las mujeres las mismas oportunidades que tenían los hombres.»

Todo esto lo logró en un momento en el que la mujer apenas tenía voz en el ámbito público. Emilia era consciente de que estaba rompiendo esquemas, y lo hacía con la cabeza bien alta.

“Doña Verdades”

El apodo de “Doña Verdades” no era casual. Emilia era conocida por decir las cosas como eran, sin adornos y sin miedo. En sus ensayos, novelas y conferencias, denunciaba las desigualdades de género, la hipocresía de la alta sociedad y la falta de oportunidades para las mujeres. No se mordía la lengua, y eso le costó muchas críticas.

A pesar de sus logros, la Real Academia Española, ese selecto club literario que en aquel entonces estaba compuesto únicamente por hombres, le cerró las puertas en tres ocasiones. Emilia, con toda su trayectoria y méritos, nunca fue aceptada como miembro. Escritores como Leopoldo Alas Clarín, Pío Baroja y Menéndez Pelayo criticaron abiertamente su obra y su figura. Pero Emilia no estaba sola. Contó con el apoyo de grandes figuras como Joaquín Sorolla, Miguel de Unamuno, Ramón de Campoamor e, incluso, su amante, Benito Pérez Galdós.

La introducción del naturalismo en España

Además de ser una defensora de los derechos de la mujer, Emilia fue una figura clave en la literatura española. Introdujo el naturalismo en nuestro país, un movimiento literario que reflejaba la realidad tal como era, sin idealizaciones. Su obra más emblemática, Los pazos de Ulloa, es un ejemplo perfecto de esta corriente.

En esta novela, Emilia muestra con crudeza la decadencia de la aristocracia rural gallega y las tensiones sociales de la época. Pero no solo era una escritora de novelas. También escribió ensayos, cuentos y artículos en los que abordaba temas como la religión, la política y el papel de la mujer en la sociedad.

Su capacidad para observar y analizar la realidad la convirtió en una cronista única de su tiempo. Y aunque muchos intentaron desacreditarla, sus obras han resistido el paso del tiempo y siguen siendo leídas y estudiadas hoy en día.

Una vida de amor, lucha y literatura

La vida de Emilia estuvo marcada por su amor por las letras y por su lucha constante contra las barreras que la sociedad le imponía. Su relación con Benito Pérez Galdós, con quien mantuvo una correspondencia apasionada durante años, es un ejemplo de ello. Aunque su romance nunca fue reconocido oficialmente, las cartas entre ambos muestran una relación profunda y respetuosa basada en la admiración mutua.

A pesar de las dificultades, Emilia nunca dejó de escribir ni de luchar. Fue una mujer que vivió según sus propias reglas, que no pidió permiso para ocupar su lugar en el mundo y que dejó un legado que todavía hoy inspira a nuevas generaciones.

Un legado que merece ser recordado

Emilia Pardo Bazán falleció en Madrid en 1921, dejando tras de sí una obra impresionante y una vida llena de valentía y determinación. Fue una pionera en todos los sentidos: en la literatura, en la defensa de los derechos de la mujer y en la lucha por una sociedad más justa.

Calle de la Princesa, 33. Aquí estuvo el Palacete de Pozas donde vivió de 1915 hasta su muerte en 1921

Su historia nos recuerda que el talento y la pasión no conocen límites de género, y que la verdadera grandeza reside en atreverse a ser quien eres, incluso cuando el mundo no está preparado para aceptarlo.

Hoy, más de un siglo después, el nombre de Emilia Pardo Bazán sigue resonando como el de una de las grandes figuras de nuestra cultura. Porque su vida y su obra son un recordatorio de que las mujeres siempre han estado ahí, construyendo, creando y dejando huella, aunque durante mucho tiempo se les haya intentado silenciar.

Así que, cuando leas su obra o pienses en su legado, recuerda que Emilia no solo fue una escritora. Fue una revolucionaria, una mujer que vivió sin miedo a ser diferente, y que nos mostró que el verdadero poder está en las palabras y en la verdad.

Porque, como bien la llamaban, Emilia siempre será “Doña Verdades”.

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