Mujeres en Madrid: Margaret Kearney Taylor, el Embassy y espionaje

Como ya sabéis, en MAD Experiencias investigamos y difundimos la historia de nuestra ciudad, desde la Prehistoria hasta la Edad Contemporánea. La entrada de hoy está encuadrada dentro de lo que fue la España de la II Guerra Mundial y el papel que jugó la capital en el entramado del espionaje y contraespionaje de todos los contendientes. En nuestra visita Servicio Secreto Español, tocamos, entre otras, la figura de la protagonista de este artículo.

Madrid, años 30. En una ciudad que todavía se debatía entre la tradición y la modernidad, llegó una mujer que marcaría un antes y un después en la vida social madrileña. Su nombre era Margaret Kearney Taylor, aunque aquí, entre el bullicio de la capital, se convirtió en Margarita. Su historia, llena de giros inesperados, romances y misterio, podría haber sido el guion perfecto para una película de espías y grandes salones de la alta sociedad.

Una vida de película antes de Madrid

Margaret Kearney Taylor no era una mujer común. De ascendencia irlandesa, esta británica cosmopolita había recorrido el mundo antes de asentarse en España. Se había casado con un armador danés con quien viajó por diferentes países, conociendo de primera mano las costumbres y la elegancia de las grandes capitales. Su matrimonio terminó en divorcio, pero lejos de quedarse anclada en el pasado, se enamoró nuevamente, esta vez de un influyente británico con un alto cargo en la India. En ese país, Taylor disfrutó de una vida de lujos, codeándose con la élite colonial.

Pero el destino tenía otros planes para ella. En París, su vida dio un nuevo vuelco al enamorarse de un español con el que tuvo a su única hija, Consuelo. Sin embargo, la relación no prosperó y Margaret luchó incansablemente en los tribunales para que su hija fuera reconocida legalmente por su padre y llevara su apellido. Aquella batalla legal fue una de las muchas pruebas de su determinación y carácter indomable. Tras aquel episodio, decidió empezar de nuevo en otro país: España.

Madrid la adopta como Margarita

A finales de los años 20, Madrid estaba cambiando. Se vivían tiempos convulsos con la proclamación de la Segunda República en 1931 y el fin de la monarquía de Alfonso XIII. En ese contexto llegó Margarita Taylor con un contrato de trabajo en la General Motors, una empresa con fábrica en la capital. Conocía a la perfección el inglés, el francés y el español, lo que la ayudó a moverse con facilidad entre la alta sociedad y los círculos empresariales.

Fue entonces cuando se percató de algo que le resultó inaceptable: en Madrid, una mujer no podía entrar sola en un bar sin que fuera mal vista o confundida con una prostituta. La ciudad contaba con cafés donde las tertulias eran exclusivas para hombres, coctelerías como el Bar Chicote donde la presencia femenina era cuestionada y hoteles de lujo como el Ritz o el Palace, a los que solo unas pocas mujeres acudían con discreción.

Margarita, que había recorrido los mejores salones de té de Londres y París, decidió que Madrid necesitaba un lugar diferente. Y así, con la ayuda de unos socios franceses, alquiló un local en el Paseo de la Castellana 12, en el barrio de Salamanca. La ubicación era clave: justo enfrente de las embajadas británica y alemana. Fue así como nació Embassy, un salón de té con una propuesta inédita en la ciudad.

«Margarita, que había recorrido los mejores salones de té de Londres y París, decidió que Madrid necesitaba un lugar diferente. Y así, con la ayuda de unos socios franceses, alquiló un local en el Paseo de la Castellana 12, en el barrio de Salamanca. La ubicación era clave: justo enfrente de las embajadas británica y alemana. Fue así como nació Embassy, un salón de té con una propuesta inédita en la ciudad.«

El refugio de la alta sociedad… y de los espías

Embassy no tardó en convertirse en el epicentro de la vida social madrileña. Su refinada decoración y su impecable servicio atrajeron a lo más selecto de la sociedad: aristócratas, intelectuales, artistas y políticos convirtieron el salón en su punto de encuentro. Sus famosos scones, sándwiches y el legendario cóctel de champán crearon un ambiente elegante y cosmopolita que contrastaba con la austeridad de otros rincones de la capital.

Pero lo que nadie imaginaba era que, detrás de aquel refinado salón de té, se escondía una red de espionaje que jugaría un papel crucial en la Segunda Guerra Mundial. Bajo la apariencia de una dama victoriana, con un aire que recordaba a Miss Marple, Margarita ocultaba un carácter fuerte y decidido. Su local se convirtió en punto de reunión de embajadores aliados, oficiales nazis, agentes dobles y miembros de la resistencia.

Uno de los nombres clave en esta historia es Tomas Burns, el controvertido agregado de prensa en la embajada británica y, como luego se descubriría, un agente encubierto del servicio secreto de Su Majestad. Jimmy Burns Marañón, su hijo, narraría años después en su libro Papá espía cómo su padre alternaba su trabajo diplomático con la lucha contra el nazismo, moviéndose en los círculos de Embassy.

«Uno de los nombres clave en esta historia es Tom Burns, el controvertido agregado de prensa en la embajada británica y, como luego se descubriría, un agente encubierto del servicio secreto de Su Majestad. Jimmy Burns Marañón, su hijo, narraría años después en su libro Papá espía cómo su padre alternaba su trabajo diplomático con la lucha contra el nazismo, moviéndose en los círculos de Embassy.»

Un Madrid entre el espionaje y la alta sociedad

La capital española, oficialmente neutral en la Segunda Guerra Mundial, era un hervidero de informaciones secretas y tramas internacionales. En Embassy, entre tazas de té y copas de champán, se cerraban acuerdos, se compartían confidencias y se tramaban estrategias. Nazis, aliados, agentes del KGB y desertores frecuentaban el salón, cada uno con sus propias razones para estar allí.

Uno de los episodios más simbólicos ocurrió en la plaza de toros de Las Ventas. En una corrida donde se encontraba el líder de las SS, Heinrich Himmler, Tom Burns se negó a ponerse en pie cuando sonó el himno alemán. Los nazis intentaron arrestarlo, pero Burns logró refugiarse en la seguridad diplomática británica. El incidente reflejaba el tenso ambiente que se vivía en la capital.

Pero Embassy no solo era un centro de información, sino también un refugio. Con la ayuda del médico Eduardo Martínez Alonso, Margarita Taylor participó en una operación para salvar a miles de refugiados que huían del régimen nazi. En los sótanos de Embassy, mientras la élite madrileña disfrutaba de sus meriendas, judíos, desertores y oficiales aliados escapaban gracias a pasaportes falsificados y rutas de evasión organizadas por la embajada británica. Se estima que más de 20.000 personas lograron salvar sus vidas gracias a estas acciones.

Un legado imborrable

Tras la guerra, Embassy siguió siendo un punto de referencia en Madrid. Su fama trascendió fronteras, atrayendo a personalidades de todo el mundo. La reina Federica de Grecia, Ramón Serrano Suñer y artistas como Ernest Hemingway o Leslie Howard pasaron por sus salones. Incluso, cuando Isabel II visitó España, se reactivó la receta original de los scones de doña Margarita para servírselos a la soberana británica.

Margarita Kearney Taylor se mantuvo al frente de Embassy hasta 1975, cuando cedió el negocio a los hermanos Rivera, aunque continuó siendo su alma mater. En un Madrid que evolucionaba, Embassy resistía como un bastión del buen gusto y la elegancia. Todo estaba medido: las rebanadas de pan de los sándwiches debían tener exactamente cuatro milímetros de grosor, y las pastas eran glaseadas a mano, una a una.

Margaret Taylor falleció el 2 de diciembre de 1982 y fue enterrada en el Cementerio Británico de Madrid. Su legado se mantuvo vivo hasta abril de 2017, cuando el icónico local cerró sus puertas tras 86 años de historia. A pesar de los esfuerzos de periodistas y escritores para salvarlo, Madrid perdió un pedazo de su memoria.

Hoy, su historia sigue fascinando y pronto será llevada a la pantalla en una serie. Porque, aunque Embassy cerró sus puertas, la leyenda de Margarita Kearney Taylor y su doble vida como anfitriona y luchadora antinazi sigue viva en la memoria de quienes saben que, tras una simple taza de té, se pueden esconder los secretos más apasionantes del siglo XX.

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