La Fábrica de Tabacos

Corría el año de 1781 cuando la Real Hacienda adquirió una serie de terrenos que pertenecían al convento de San Cayetano situados en la zona de Embajadores. El motivo de la compra no era otro que el de construir una fábrica en la que se manipularan y manufacturaran todos los productos considerados en la época como monopolio de Estado: barajas de naipes, papel sellado o el aguardiente, entre otros.

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Y el elegido fue…

Sería Manuel de la Ballina, discípulo de Juan de Villanueva, el elegido para el proyecto del edificio. Rectangular y de cuatro plantas, la fachada principal daría a la calle de Embajadores con tres portadas, un corralón contiguo rodeado de tapia, que se observaba desde la actual glorieta de Embajadores.

En 1790 las obras finalizaron y el edificio fue inaugurado y nombrado como Real Fábrica de Aguardiente.

Pero, amigos lectores, llegó Napoleón con sus tropas, y durante la ocupación francesa de Madrid, los soldados del autoproclamado Emperador  le dieron el uso de acuartelamiento hasta que José Bonaparte -el  llamado Pepe Botella por los madrileños-, conocedor de que la mayoría de mujeres del barrio se dedicaban a liar tabaco en talleres clandestinos, decidió convertirlo en Fábrica de Tabaco y Rapé, empleando a unas 800 cigarreras que habían venido ejerciendo esa misma función “ilegal” en el barrio de Embajadores.

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José Bonaparte -el llamado Pepe Botella por los madrileños- conocedor de que la mayoría de mujeres del barrio se dedicaban a liar tabaco en talleres clandestinos, decidió convertirlo en Fábrica de Tabaco y Rapé

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La producción de tabaco liado continuó hasta 1816, no sin alguna parada de la elaboración, reanudándose la actividad en 1825, año en el que  la Dirección General de Rentas Estancadas, organismo oficial que gobernaba sobre los productos que no tenían permitida su venta libre, autorizó el restablecimiento definitivo del trabajo en la fábrica.

Y como buen paradigma de densidad de trabajadoras del siglo que nos ocupa, la Fábrica se convirtió en uno de los mayores centros de concentración obrera, llegando a contar, a finales del siglo XIX, con más de 6.000 operarias.

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La mecanización

En aquellos momentos en Madrid, y con la tardía llegada de la Revolución Industrial a nuestra ciudad, comenzó la mecanización de la producción en 1887, año en que el Estado cedió la explotación del monopolio a la «Compañía Arredantaria de Tabacos», iniciándose de forma paralela las obras de reforma en la estructura del edificio para acondicionarlo a los nuevos tiempos.

Sería después de la Guerra Civil, en  1945, cuando Tabacalera S.A. se encargó de la gestión de la   actividad, cesando por completo en el año 2000.

Las cigarreras de Embajadores. 1925. (Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid)

A fecha de hoy, el edificio acoge el Centro Social Autogestionado La Tabacalera de Lavapiés donde se llevan a cabo programaciones culturales relacionadas con recitales de poesía, cursos de fotografía o conciertos.

Y es que, amigos de MAD Experiencias, donde se fabricaba tabaco, ahora se “fabrican” versos, imágenes y música.

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