Terminada la Guerra de Sucesión, subía al trono de España Felipe V de Borbón, sobrino de Luis XIV de Francia, comenzando así la Casa de Borbón un extenso período de reinados que alcanza hasta nuestros días.
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Cambios en el modelo
Llegado ese momento, y de modo inmediato, se plantea la necesidad de reestructurar el gobierno y los recursos económicos de la propia monarquía, asuntos que empujarían a los primeros Borbones a efectuar importantes cambios en los territorios del país a lo largo de todo el siglo XVIII.
Como punto principal se proyectan medidas políticas centralizadoras, acompañadas de un abultado plan de reformas que deberían de afectar a prácticamente todos los ámbitos de la sociedad de la época (administración, territorios, infraestructuras, ejército, Iglesia, etc.) pero cuyos resultados se mostraron bastante desiguales y con menor calado de lo previamente programado.
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El Nuevo Madrid
Madrid, como capital del Reino y Corte, comenzó a ver modificado su urbanismo con la construcción de nuevos edificios públicos, cuarteles, instituciones y centros científicos. Básicamente se siguió la línea de estado planteada en la Francia de la época y que comenzó el anteriormente citado Luis XIV.
La administración Borbónica sumó al paisaje madrileño múltiples edificios: la Real Casa de la Aduana –hoy Ministerio de Hacienda-, la Real Casa de Correos, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Real Academia de la Historia o el Depósito Hidrográfico – en el nº 36 de la calle de Alcalá, junto al actual Ministerio de Educación-.
Esta idea de llevar a cabo un verdadero Estado-Nación impulsó la creación de las famosas reales fábricas con el fin de estimular la economía y crear unas sólidas bases estatales. Se fundaron la Real Fábrica de Tapices – fundada en el año 1720 por Felipe V, a imitación de los talleres reales franceses que seguían el modelo económico colbertista-, la Real Casa del Vidrio, la Real Fábrica de Naipes y Aguardientes, más adelante de Tabacos, y la Real Fábrica de Porcelana.
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La nobleza y la arquitectura
Sin embargo, no solo fue la Corona la encargada de variar el caserío madrileño, los sectores sociales más favorecidos, como la nobleza, iniciaron la construcción de suntuosos y grandes palacios. Claro ejemplo de ello es el de los marqueses de Miraflores y de Perales o los del Conde de Tepa y el del Duque de Ugena – Cámara de Comercio e Industria de Madrid en la actualidad-.
Se puede afirmar que la construcción del Palacio Real (1738-1764), en el que se reflejan las corrientes arquitectónica predominantes de la época recién llegadas de Francia e Italia, fue la fuente de la que bebieron para las nuevas mansiones de la estirpe con más abolengo.
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Y es que, amigos de MAD Experiencias, la estética y el estilo son unas de las características por las que podemos contextualizar cualquier elemento de la historia y reconocer el modo de pensar y de vivir de cada época.